"La vana confianza, es para los mortales el mayor y más crudo de los males", de la obra "Macbeth" de William Shakespeare.
Despedir el año acordándose de Shakespeare, no es inútil desatino sinó, más bien, el firme deseo de que el 2020 se asiente sobre las convicciones más firmes basadas en la ética política tan añorada durante tanto tiempo, meses incluso, y en el año que ahora se nos vá abruptamente, pleno de malos presagios y mutuas desesperanzas.
¿Qué hacer ante semejante panorama?, no hay duda: seguir luchando. Sacar fuerzas de donde ya no existen y tomarse la realidad absorbiendo el valor que solo tienen los más pobres ante la desgracia y, a partir de ahí, aplicar el sentido común y no rendirse.
El Rey ha despedido el año con un discurso de párroco de pueblo de la que ahora llaman la España despoblada, y el presidente del Gobierno Turureta Sánchez ha hablado para los militares, algo, que más bien compete al que es constitucionalmente es su Jefe Supremo. O sea, al predicador de la homilía parroquial.
Para los que vivimos tiempos muy difíciles en Catalunya ha sido un día nefasto en todos los sentidos. A los que nos sentimos catalanes y españoles a la par, la oratoria regia nos ha sonado entre prudente y cánguele regio. Y a los independentistas a cuerno quemado dicho con esmerado desdén. Vamos, que Don Felipe se ha quedado sin audiencia televisiva, o ésta no ha entendido los misterios del mensaje real. Luego están los que le aplauden siempre que dicen querer apasionadamente la Constitución, pero solo la suya, y alguno más que porque quiere gobernar pronto simula el papel de haberle gustado por primera vez la oratoria del Borbón, sin que, ni siquiera los suyos estén de acuerdo con semejante pantomima, lean sinó las palabras de la alcaldesa Colau en los diarios: La monarquía no sirve para nada. Conclusión: Así se pierde un reino.
Y luego está el lío de la investidura, que al más humilde de los alcaldes del Reino de España se le atascaría como máximo 48 horas, pero que a los grandes padres de la patria representados por PSOE y Esquerra de Catalunya les llevará, como mínimo, hasta Enero e incluso hasta una nueva convocatoria electoral que, si así sucede, esta vez los ciudadanos la vamos a aprovechar pero, con verdadera saña, pero para cambiar nuestra intención de voto. Fíjense que hasta yo tengo duda si votar a los animalistas o a los ecologistas de la joven Greta Thunberg.
Así que, cierren el 2019 lo mejor que sepan y puedan y abriguen un rayo de esperanza para lo que ha de venir en el 2020 que, si es una investidura fallida acompañada de unos presupuestos imposibles de pactar, tendremos de nuevo elecciones, y a mi éstos que no saben pactar o no quieren hacerlo, no me van a engañar otra vez. Como demócrata convencido que soy, volveré a votar, pero no, por supuesto, a los mismos que son incapaces de ponerse de acuerdo porque no les votas lo que ellos quieren.
Así que. Feliz año nuevo y como decimos en Catalunya, incluso los que nacimos gallegos,¡Salut i força al canut!.
Escribe tu comentario