El lunes es el primer día de la semana, el peor de la semana para muchas personas, tras descansar, -los que puedan- el fin de semana que cada vez es más corto.
Con este Sambenito colgado, este lunes la temperatura política en Catalunya va a subir de golpe. La atención va a estar puesta en el Parlament de Catalunya, donde se va a celebrar el pleno que fue aplazado el pasado miércoles por los efectos del temporal. A las 15 horas está previsto que se inicie la sesión y en la incógnita se centra en si Torra va a participar o no en las votaciones, después de que el Tribunal Supremo haya avalado el acuerdo de la Junta Central de inhabilitarlo como diputado.
Por la mañana se reunirá la Mesa del Parlament, también con tensiones de por medio, para preparar el pleno de la tarde. Todo este fin de semana y hasta este mismo lunes siguen los contactos entre las formaciones políticas independentistas para conocer sus posturas, sobre todo la de la CUP, que una vez más es decisiva. El tema Torra no es menor, y la decisión, en un sentido u otro, nada fácil. Torra, que quiere pasar a la historia por su propia inmolación, ha escogido para ello la confrontación con todos, incluso con sus socios de Gobierno, a los que les ha puesto la soga en el cuello: a Torrent como presidente del Parlament, que debe acatar la decisión judicial. Si el Parlament hace oídos sordos, las decisiones que se tomen en el mismo no serán válidas. Además, tanto el presidente como los miembros de la Mesa que hayan desobedecido serán objetos de querellas.
Hay que recordar que esta semana se lleva a la aprobación los presupuestos de la Generalitat que tanto bombo y platillo se les ha dado, con subidas importantes de varias partidas, como entre otras las de sanidad y servicios sociales. ¿Sabían que no se iban a poder aprobar y por eso las han subido? La aprobación de los presupuestos pende de un hilo.
Si por casualidad, el Parlament acata la decisión del TS, el conflicto está servido en el Govern, donde las cosas no andan nada bien desde hace ya demasiados meses, y llevaría a la convocatoria de unas nuevas elecciones.
Mientras, en el seno de los posconvergentes, la división interna sigue imperando entre los que quieren que Torra dimita de todo -¿Que corra la lista? ¿Quién será el sustituto del presidente?- y alargar la convocatoria de nuevos comicios. Otros prefieren que todo explote, que se acuse a los republicanos de ser los causantes y esperar obtener con ellos mejores resultados.
Lo que está claro es que este mismo lunes el secretario del Parlament tiene que llevar a la Junta Electoral el nombre de la persona que debe sustituir a Torra como diputado, el siguiente en la lista, y este no es otro que Ferrán Mascarell. ¿Será posible hacerlo? Solo Torra y unos pocos de sus incondicionales -cada vez menos- conocen la respuesta.
Mientras, Puigdemont, entretenido en su sillón del Parlamento Europeo, intenta manejar los tiempos y a sus marionetas en el partido para que se haga su voluntad. ¿Ha cambiado de opinión en los últimos tiempos? Parece ser que sí ante el protagonismo extremista que está tomando Torra, persona que el mismo eligió para el presidente de la Generalitat. No falla nunca en política, el hijo termina por comerse al padre.
Con esta situación, lo que queda más claro que esta semana va a ser de todo menos aburrida.
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