Dicen que la muerte no tiene día de descanso, trabaja todos los días del año las 24 horas seguidas. Aprovecha cualquier oportunidad para llevarse con ella a las personas, no avisa, es sigilosa, pero implacable. Este fin de semana conocía la noticia de la muerte de Marta Medina, una mujer que a lo largo de su vida ja jecho muchas cosas . Nunca se rendía ,con su carácter fuerte, siempre tenía una sonrisa en los labios. Marta ha muerto a pocos días de que lo hiciera su también amiga, compañera y feminista, África Lorente, con quien había compartido tantas batallas políticas, feministas y humanas.
Marta era de esas mujeres que, aunque se cayera, tenía claro que en el suelo no se iba a quedar. Lo importante en la vida de Marta no era caerse, sino levantarse. Formaba parte de una generación de mujeres jóvenes de la transición, que vieron como la llegada de la democracia, les había abierto las puertas: luchar por la libertad, la igualdad de derechos y oportunidades de las mujeres. Estaban seguras que pese a las dificultades, sus sueños estaban más cerca de cumplirse.
Su militancia feminista estaba hecha a prueba de bomba, ni los años, ni las dificultades pudieron con su ideario que ponía en practica a diario. No se callaba ante las injusticias, más bien todo lo contrario. Fue una de las fundadoras del Grupo de Dones de Castelldefels, donde su activismo dejó impronta. Era de esas mujeres con una personalidad arrolladora que siempre estuvo en primera línea de combate, porque detrás de ella siempre existe una historia que la convierte en guerrera.
Uno de los logros de Marta fue convencer al alcalde de la necesidad de crear el Servicio de Mediación y Atención a las Víctimas de maltrato, donde trabajó para sacar adelante el proyecto que fue uno de los pioneros de la comarca del Baix Llobregat. Lo hizo con el entusiasmo con que ella hacía las cosas.
Sin lugar a dudas, su familia era su gran pasión. La otra, el PSC del que nunca había renegado y su sentimiento por ser y decir que era una socialista comprometida, aunque algunas veces no estuviera de acuerdo con algunas decisiones de su partido, pero nunca abandonó esa militancia fiel, en épocas discrepantes.
Sus amigas, que la echarán mucho de menos, siempre habían estado con ella. La querían y además se lo han demostrado en estos meses de enfermedad, que la han tenido postrada en una cama de hospital plantándole cara al hombre de la guadaña que finalmente ha conseguido apartarla de todas aquellas personas y cosas que ella tanto quería. Sus reuniones, sus comidas con largas sobremesas, su participación en los congresos tanto del PSOE como del PSC, aunque fuera de invitada han constituido toda su vida. Guardaba aún tantos sueños por cumplir que la maldita enfermedad los ha trucando.
Marta Medina será siempre recordada por todos los que la conocían como una mujer luchadora, de principios, socialista y feminista. “Después de todo, la muerte es solo un síntoma de que hubo vida”, decía el escritor uruguayo Mario Benedetti. Mucha vida ha tenido Marta antes de su último viaje
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