El huido Puigdemont, en plena campaña electoral en Catalunya presentaba este pasado sábado, uno más de los documentos estratégicos- de cara a engrescar a sus votantes- con el título “Preparémonos”. Lo hacía en doble sede, desde Bruselas y Barcelona, y en el mismísimo Palau de la Generalitat, sede del gobierno de Catalunya y finca particular del mismo. Faltaron a la cita los republicanos y los cupaires que no le han seguido el juego al nuevo César catalán que una vez más quiere sacar rédito electoral, desde su cómoda situación que da tener garantizado su salario, el de su esposa y su ayudante de cámara, Toni Comín, el político que más cambios “ideológicos” ha tenido en su vida política.
El César en su intervención ha ido desgranando partes de los puntos de ese documento en el que ha quedado oficialmente presentada la Asamblea de Representantes independentistas, que viene a ser una especie de Parlamento paralelo controlado por él mismo. Eso suele suceder en este tipo de cesarismo que no es nuevo en la historia. En su discurso, Puigdemont, busca protagonismo que se traduzca en votos, y no duda en agitar más si cabe el panorama sin tener en cuenta la grave crisis sanitaria y consecuentemente económica y social que vive la Catalunya que dice defender. Para él , lo más importante es seguir mintiendo y llevar a una parte de la ciudadanía a la confrontación, porque según dice, es posible lograr la independencia “pacífica” través del” desbordamiento democrático” del Estado español si las fuerzas independentistas logran superar el 50% de los votos en las elecciones catalanas previstas para el 14 de febrero, si no hay cambios.
El documento cuya autoría se le atribuye al Consell per la República hace referencia a la estrecha unidad de acción entre la ciudadanía- ¿qué ciudadanía? - y las instituciones - ¿Asamblea de Representantes independentistas? - para alcanzar la independencia. Para ello llama a combatir ¿pacíficamente? y debilitar las fuerzas de “dominación”. ¿Cómo hacerlo?, mediante la movilización sostenida y masiva de la ciudadanía, desobediencia al Estado y no pagando los impuestos…De esta manera esperan llevar a cabo el “desbordamiento democrático”.
Alguien había pensado que las etapas de los césares habían pasado a mejor vida en un mundo moderno y globalizado como afirman algunos que es, pero no es así. Los césares, por desgracia, son los líderes que están pidiendo a las masas que estén dispuestos a solucionarles todo, sin detenerse a pensar el coste que esto puede tener. Los césares, como se ha demostrado a lo largo de la historia, son el punto de partida del principio y el fin de las democracias racionales. En el siglo XX, el elenco “césares” está formado por: Lenin, Stalin, Hitler, Mussolini, Franco, Mao, y otro nutrido ramillete de dictadores que llevaron al mundo a la guerra y al desastre. Crearon el mundo de las masas uniformadas, el orgullo de pertenencia y el fanatismo extremo. El coste de desmontar este cesarismo ha sido demasiado alto para dejar que surjan nuevos. Decía Julio César que “los ciudadanos impulsados por el miedo y cegados por el patriotismo, ofrecerán todos sus derechos al líder y lo harán con mucho gusto”.
Eso del “desbordamiento democrático” propuesto por el César Puigdemont y su Asamblea de Representantes independendentistas que no es democrática me suena a algo tan añejo, populista y peligroso como el desbordamiento que inició Mussolini el 27 de octubre de 1922 al convocar la Marcha sobre Roma. Así que ya estamos preparados para un nueva “batalla” que se enmarca en la campaña electoral para no perder pistón.
Escribe tu comentario