No sé quién dijo que “la estupidez insiste siempre”. Esta afirmación podría aplicarse a buena parte del PP después del fallo humano en la votación del diputado popular Alberto Casero, que se equivocó al introducir su voto. Gracias a ello fue aprobada la mal llamada “reforma laboral”, que puso en pie de guerra a todos sus compañeros de partido que habían votado en contra y se las prometían muy felices, porque sabían de antemano que los dos diputados de UPN se iban a pasar por la cuenca del Duero la disciplina de voto y la palabra dada de su jefe. Debían apoyar la reforma laboral y después no lo hicieron - ¿sintonía ahora con el PP?-. La decisión de los líderes de UPN de apoyar la reforma tiene que ver con la posible promesa de los socialistas de no presentar una moción de censura en el ayuntamiento de Pamplona donde gobierna la coalición Navarra Suma, que forman UPN, que había recuperado el bastón de mando que lleva Enrique Maya; Ciudadanos y Partido Popular de Navarra. La sombra del tamayazo hizo acto de presencia.
La tensión vivida en el hemiciclo de la carrera de San Jerónimo, estuvo antes, durante, después de la votación y a día de hoy continúa pese a que este mismo viernes los letrados del Congreso han concluido que el voto del diputado Alberto Casero, favorable a la reforma laboral, fue válido y no cabe su revocación. Decisión que no ha gustado nada a los populares, que no han asumido el error de Casero y cargan las culpas a la informática y a la propia presidenta Batet por no haber intervenido…
No es la primera vez que alguna de sus señorías que están o han pasado por el Congreso se han equivocado a la hora de emitir sus votos. Sin ir más lejos, el propio Mariano Rajoy siendo presidente del gobierno, en el 2017 votó no a sus propios presupuestos y no sucedió nada. Hasta el exvicepresidente y líder de Podemos, Pablo Iglesias, también votó por error dos veces a favor de las cuentas del gobierno Rajoy, y eso que públicamente había declarado su ‘no’ a las mismas. Sus señorías son de carne y hueso y el que tiene boca se equivoca, y las manos en muchas ocasiones tocan los botones que no corresponden. No hay que hacer de estas situaciones casus belli, sino hay que tomárselo con tranquilidad y aceptar deportivamente el error .
Lo sucedido estos días en el Congreso por la votación de la reforma laboral se puede enmarcar en el contexto de la campaña electoral de las elecciones en Castilla León, que se celebran este domingo y donde las encuestas, según quien las encarga, dan unos resultados u otros y tienen de los nervios a los partidos, especialmente al PP, que puede quedarse sin gobernar, o hacerlo con Vox. Lo cierto es que el nerviosismo ha hecho mella en los populares- también en el PSOE y Ciudadanos- porque Casado se ha volcado en la campaña. Los resultados podrían llevarse por adelantas, amén de a su actual presidente Mañueco, al mismísimo Casado, que no es broma. Los populares han enfocado estos comicios como si fueran unas generales porque, según ellos, son el termómetro de lo que quieren las personas . Es decir que, si ganara el PP, lo mismo podría suceder en unas generales.
Con este panorama y con algunos personajes incendiarios con responsabilidades importantes en el PP, es comprensible que cunda el miedo en sus filas. No obstante, mezclar “churras con merinas” no tiene demasiado sentido. ¿Seguirá el PP con su batalla contra la decisión de la presidenta Batet? Es posible, pero recordar otra frase que dice: “Nadie está libre de decir estupideces, lo malo es decirlas con énfasis”.
Lo que queda claro de este episodio es que su señoría Alberto Casero, que lo conocían en Trujillo donde había sido alcalde, ahora se ha hecho más famoso que la mochos y que Pedro Sánchez, como se viene apreciando, tiene una flor en el trasero.
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