El pasado sábado muchas personas estaban atentas a las pantallas de sus televisores. La ocasión lo merecía: 18 años después la Selección Española de Fútbol disputaba un partido amistoso contra Albania... El estadio del Real Club Deportivo Español ubicado en Cornellá fue el lugar elegido al que acudieron unas 40.000 personas que no dejaron de animar al equipo de Luis Enrique durante los 90 minutos de juego. Miles de banderas ondeaban en las manos de los aficionados que se sentían satisfechos de que por fin la roja pudiera jugar con total normalidad, como tiene que ser, en tierras catalanas, donde a pesar de muchos, tienen muchos seguidores.
En el palco del estadio se encontraba, el presidente de la RFEF, Luís Rubiales; el ministro de Cultura y Deportes, Miquel Iceta; el Presidente del Consejo Superior de Deportes, Manuel Franco; el alcalde de Cornellá, Antonio Balmón; el alcalde del Prat, Lluís Mijoles; la delegada del Gobierno, María Eugenia Gay; el embajador de Albania en España, Gazmend Barbullushu; el presidente de la federación albanesa, Armand Duka; el presidente de la Federación Catalana de Futbol, Miquel Soteras, así como el CEO del Español, José María Durán. Ni un solo representante de la Generalitat de Catalunya. ¡Faltaría más! ¿Pero no representan a todos los ciudadanos y ciudadanas de Catalunya? Como se puede comprobar una vez más, no. Un gesto que dice muy poco a su favor, aunque sea una pose para su “clientela”.
El partido España-Albania fue retrasmitido por TVE, muy “discreta”, con pocas imágenes del palco presidencial y “contención del personal encargado de comentar el encuentro”. Es más se oía - no se entendía - lo que cantaban o gritaban los espectadores. ¿Por qué? ¿Para no molestar? ¿A quién? Es fácilmente deducible. Está claro que las personas que vivieron presencialmente el partido lo disfrutaron de lo lindo. Los que estaban en casa tranquilamente también, aunque no fuera el mejor que hayan disputado la Roja.
Con el resultado corto, pero favorable al terminar el mismo, la gente esperaba el saludo de los jugadores al público allí reunido, incluso una vuelta al campo para recibir esa ovación final. Además de las tradicionales entrevistas a pie de césped de algunos de los protagonistas. La sorpresa fue que TVE cortó por lo sano la transmisión dejando a todos los telespectadores con tres palmos de narices y con un cierto cabreo e indignación con Televisión Española, ¿la de todos? No se ha explicado la prisa que tenían para cortar por lo sano la señal, ni nadie lo ha dicho, faltaría más Decía el escritor de fantasía Patrick Rothfuss que “el poder está bien, y la estupidez es, por lo general, inofensiva. Pero el poder y la estupidez juntos son peligrosos”.
Los acontecimientos en torno al encuentro de la selección Española de Fútbol levantaron los ánimos de los intolerantes, intransigentes y supremacistas, que son unos cuantos. La sorpresa fue que un diario deportivo, Sport, propiedad en estos momentos de Prensa Ibérica, para más señas, publicaba un tuit de esos iluminados en el que trataba a las personas que habían acudido al estadio de “colonia española”. Frase que retrata por sí misma al autor de la ell que debe formar parte de la “colonia de los imbéciles”, la única que hay en Catalunya a la que se debe despreciar. Las otras , como la Colonia Güell, es una obra maestra de Gaudí que merece toda la admiración y respeto. Decía Voltaire que “la idiotez es una enfermedad extraordinaria, no es el enfermo el que sufre por ella, sino los demás”.
Al final, quien ha puesto más sentido común y ha hecho unas declaraciones como tocaba ha sido Luís Enrique, quien manifestó en rueda de prensa: "Ha sido una noche inolvidable. Esta gente se merecía una alegría por cómo han animado. A Barcelona le gusta la selección y a nosotros nos encanta venir (...) Sería un error no volver en los próximos 18 años”. Pues fue el más sensato de todos. No tiene compromisos políticos con nadie y puede decir lo que le venga en gana, como debe ser.
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