Andalucía ha entrado desde el lunes 8 de octubre en campaña electoral. Susana Díaz ha cortado el rollo político de sus adversarios y ha decidido jugársela en las urnas para que Casado se presente con un candidato que no es el que, en circunstancias normales, deseaba, y también para que Podemos vaya a los comicios con una dirección regional enfrentada a Pablo Iglesias. Jugada perfecta a la que solo cabe añadir que la sentencia de los EREs tampoco le va a afectar porque de aquí a diciembre, ya que no se espera ningún movimiento decisorio en el Tribunal que juzga el mayor caso de corrupción en Andalucía.
Los analistas y las últimas encuestas no nos dicen que PP y Ciudadanos sumen entre los dos mayoría absoluta para desbancar a la Presidenta Díaz, con lo que se da por hecho que aunque pierda escaños el PSOE formalizará pacto de legislatura con los mismos con los que ha compartido el poder estos últimos años.
Si Casado no sube espectacularmente, el resultado de "las andaluzas" le puede afectar seriamente de cara a sus proyectos de futuro en los próximos meses, donde debe afrontar el reto de las municipales y de las europeas, un marco electoral que va a dejar configurado el mapa parlamentario español.
Un panorama incierto, en el que la gran variable es el Juicio en el Supremo sobre los presos del Procés, donde la sentencia influiría gravemente en la estabilidad de la propia Democracia. Y ahí es donde Susana Díaz podría volver a ser un elemento muy valioso para su partido, ya que gobierna en el mayor feudo autonómico del Estado y sobre todo es, de momento, la mayor reserva de votos de los socialistas, que van a tratar de conservar a toda costa, muy por encima de las diferencias insalvables entre susanistas y sanchistas, que estuvieron a punto de fracturar el centenario partido de Pablo Iglesias Posse...
Pero de eso, aunque sea reciente, ¿quién se acuerda ya?
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