Madrid es la fábrica de rumores más importante del Occidente europeo. Los de ultimísima hora sitúan a los Presupuestos del Estado que defienden Sánchez e Iglesias en lugar preferente de todos los comentarios, tanto los sectarios como los de los llamados "analistas políticos" independientes, que no independentistas, que se inclinan "ahora mismo" por un acuerdo secreto que haría que Podemos-Comuns apoyara a los de ERC en el Parlament, para así no tener que depender los republicanos de los votos "contaminados" del PSC, consiguiendo, a cambio, el apoyo de los diputados de Junqueras en el Congreso, sin que los independentistas tengan, aparentemente, que dar su brazo a torcer ante el PSOE.
Ada Colau, por su parte, merced a semejante cambalache, también conseguiría los votos a sus cuentas en el Ayuntamiento de Barcelona como premio de consolación para que pueda ofrecer "algo de sustancia económica" en la próxima campaña electoral que se avecina, donde tras una legislatura aciaga, ha comprado todos los números apara pegarse un sonoro batacazo. Ayer sus codazos para salir en la foto del Planeta, según me cuentan, fueron visiblemente antológicos por su descaro y falta de vergüenza ajena. El auditorio se rio con ganas.
Juzguen Vds. si les parece lógica esta descripción que les hago de cómo se ven las cosas presupuestarias antes de la pelea final y, a partir de ahí, prepárense para asistir a cualquier tipo de escenario en las próximas tres semanas, que es cuando el Gobierno socialista dirá aquello de "Habemus Presupuestos", momento en que nos entrará los periodista una especie de locura colectiva en busca de las primicias de un posible acuerdo que evite las elecciones en España y en Catalunya, un hecho que a ninguna de las partes, digan las burradas que se digan, les interesa que se produzca, Vds. ya me entienden.
Ayer, por cierto, a la cena de los Planeta no asistió nadie de la Generalitat. Torra y el exiliado en Waterloo tocaron a arrebato y una de las mayores editoriales del mundo se tuvo que tragar un menú de exquisiteces sin los de la familia independentista de Catalunya, incluido su propio Govern, que por lo que se vio, esta vez estuvieron todos de acuerdo: Boicot a la familia Lara.
Como esto siga así, entre los que conocíamos a Lara Padre e Hijo, que hemos sido borrados de la lista de invitados por Crehueras desde que accedió al timón de la nave editorial, más los que ahora desaparecerán por declararse independentistas, al final esta cena multitudinaria y única se convertirá en un tentempié íntimo entre el jurado y el propio Crehueras para mayor gloria de la literatura en habla española. Se va ahorrar una pasta gansa don José, que con sus andanzas financieras en el Sabadell le vendrá muy bien.
No obstante, a unos pocos aun nos queda la esperanza de que la mitad de la familia Lara -que se lleva a caer de un burro con este intrigante de pacotilla retome el poder- nos devuelva a unos y a otros la alegría de perder de vista a semejante esperpento empresarial y poder recordar con una sonrisa en los labios aquel acento sevillano que nos cautivaba a todos del Fundador de la editorial en la noche de los Planeta, o en mi caso, cuando le invitábamos a los Minutos de Oro, a los que siempre asistía en compañía de su hijo. Brindo por ellos y por el insaciable sentido de la hospitalidad de esta gran familia de editores.
¿Y lo del pacto de los Presupuestos, periodista? Bueno, pues bien, al final habrá pacto. Parto, más que pacto. Eso sí... con dolor, con mucho dolor.
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