Jorge Guillén nació en Valladolid, dos años antes que Pedro Salinas. Fue, como él, profesor en la Sorbona y durante varios años también en Oxford. Se instaló en los Estados Unidos, donde vivió muchos años como profesor poeta. Su amigo Pedro Salinas destacaba de él algunos aspectos que vale la pena repetir aquí. Así, lo definía como la ordenación poética del entusiasmo. No está mal la cosa. De hecho, veía la raíz de su poesía en su entusiasmo ante el mundo y ante la vida. A Salinas no le dolían prendas en elogiar la obra de Guillén: "el valor máximo de su poesía es –decía en 1935- representar la conciencia poética más clara, más luminosa, exacta y profunda que hace mucho tiempo ofrece nuestra lírica".
Asimismo destacaba una cualidad que veía característica de su obra: el rigor y la exquisita vigilancia de su obra hasta en el menor detalle. Dejadme que os diga una última observación del poeta Salinas respecto al poeta Guillén: "¿Puede llamarse intelectual una poesía que proclama precisamente como valor supremo de la vida el ser y nada más, la simple conciencia del ser, el gozo casi animal de sentirse en uno la vida? La simplicidad de esta actitud poética en el complejo mundo moderno parece un descubrimiento".
Y ahora, demos una muestra de algunos de sus versos. He elegido dos libros, el ‘…que van a dar a la mar’ y el célebre ‘Cántico’. Con respecto al primero, escojo: "Aunque no lo advierte el mundo,/ privilegiado me yergo/ frente a ese mundo que ignora/ cuánto me enseñó un silencio”. O este “invisible en la hierba un grillo/ canta inconsciente soledad". O "Ya te lo decía yo./ Era imposible el olvido,/ fuimos verdad. Y quedó".
Son joyas que nos ayudan a vivir mejor, que nos ofrecen un repertorio sentimental más rico.
Si pasamos al 'Cántico': "Esta luz antigua/ de tarde feliz/ no puede morir./ ¡Ya es mía, ya es mía!", la voluntad de no doblegarse y de no renunciar a la ilusión. Tampoco a la verdad: "Claridad, potencia suma:/ Mi alma en ti se consuma". Guillén advierte semblantes que delatan amargo silencio, ¿por qué?
Y un último verso: "No hay mirada amorosa que no alumbre/ su eternidad. Allí secreta anida". Ensayémosla, amigos míos.
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