Casi nadie ha olvidado la imagen de Albert Rivera mostrando una de las baldosas que suelen utilizar los ángeles de la calle. Es un arma cándida que cuando las lanzaban contra agentes de Mossos y Policía Nacional, a los que les caían encima, veían las estrellas que no se ven gracias a la contaminación lumínica que envuelve el cielo de Barcelona. ¿Era una acción de campaña de Rivera? Sí, pero es la realidad de lo que estaba y sigue sucediendo en Catalunya.
El lanzamiento de baldosas, previamente arrancadas de las aceras que se pagan con los impuestos de todos, son acciones que las autoridades no han criticado, sino que se ha aplicado aquella máxima de “el que calla otorga”. No necesita más explicación, se entiende todo.
Mientras esto sucedía, el defensor del pueblo de Catalunya miraba si su despacho está a la última moda. No existía, no se pronunciaba. De repente se había quedado afónico. Para este caso, no para otros. ¿Estaría de viaje? Es posible. Debe querer agotar al máximo los privilegios de su cargo, ya le queda poco para “jubilarse”, efectivamente, por la edad debería estarlo.
Como si una de esas baldosas que vuelan sin tener alas le hubiera caído en la cabeza, Rafael Ribó se ha dado cuenta de lo que está sucediendo en Barcelona y ha preguntado a la alcaldesa Colau y al conseller Buch por las medidas que los dos políticos han tomado para “conciliar” los derechos de los que cortan las calles durante más de un mes y los que se ven afectados. O no se entera Ribó o toma por tontos a los ciudadanos que cada día sufren los efectos de las actuaciones “pacificas”. Preguntar ahora por ese tema es realmente indignante después de tantos días de pisotear derechos.
Siguiendo con el papelón que está haciendo el Síndic, pregunta también si las manifestaciones y concentraciones han sido comunicadas previamente a la Administración. Con la edad que tiene, con todo lo vivido políticamente, hacer estas preguntas es una broma de mal gusto. Sabe perfectamente que eso no es así, que los “pacíficos” han tenido y siguen teniendo manga ancha para campar libremente, ante la mirada complacida de los que tienen la responsabilidad de garantizar los derechos de todos los ciudadanos.
De lo que se olvida el Síndic que más tiempo lleva en el cargo es de preguntarles a las dos autoridades competentes por qué durante todo este tiempo no han actuado y han dejado tirados a su suerte a la mayoría de ciudadanos, como se ha podido comprobar, sin que nadie los defienda. Demasiados días de silencio cuando el tema no le gusta.
El papel triste y vergonzoso del Síndic no es nuevo. Se ha visto otra vez con esta actuación en la que ha esperado días a actuar y no le ha quedado más remedio que hacerlo “de oficio” porque si no, se le vería demasiado el plumero.
Rafael Ribó, un Síndic mediático con demasiadas actuaciones partidistas. Terminar su “carrera” política de esta manera es bien triste, pero como diría cualquier ciudadano, “ande yo caliente, ríase la gente”. Eso es lo que debe pensar Rafael Ribó.
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