La charlotada legal en que se ha convertido el juramento de sus Señorías tanto en el Congreso como en el Senado con apostillas al jura o prometo de cada uno de las diputadas/os y senadores/ as, ha llamado la atención también de los más jóvenes de la casa que comienzan a entender que eso de los cargos en nuestras dos Cámaras es un asunto menor en la Democracia, puesto que cada uno o una, lo entiende como le viene en gana. Vamos, que como en el futbol hay equipos diferentes y colores para todos los gustos.
Los Magistrados del Tribunal Constitucional para ahorrarse trabajo y problemas han abierto con su sentencia como hay que acatar la ley más importante del Estado, una puerta a lo intrascendente, que es muy difícil que sepamos cómo explicarles luego, a los que van a ser en el futuro nuevos ciudadanos, cual es la forma honorable de comportarse cuando se trata de jurar un cargo electo, si llegan a diputados o senadores.
No hemos alcanzado todavía ese momento pero, seguramente llegaremos a él cuando soltemos que acatamos la Constitución española porque somos de la Real Sociedad o porque Rosalía es nuestro icono musical. Y esto, que parece una ridiculez puede acabar enfrentándonos a unos contra otros y hasta poniendo en dificultades muy serias a la Monarquía cuando tenga que evacuar consultas para formar nuevos gobiernos.
Vengo de Madrid, los de la periferia hemos de ir allí de vez en cuando, para conocer la España que quieren los que miran hacia la historia, para, luego al volver a casa y compararla con la otra España que buscan los que quieren irse a Ítaca, y así poder seguir hacia adelante sin perder los estribos mirando al futuro sin dejarse la razón de ser o no español en el intento. Además de sentirse andaluz, catalán, vasco o galego. Es muy complicado el experimento, pero con paciencia puede uno llegar a conseguirlo.
Ya se sabe que en los últimos tiempos, con una buena dosis de cinismo y mala leche, como hoja de ruta, vamos llegando a la meta, especialmente cuando volvemos a votar de forma tan continua y acompañamos esas votaciones, con espectáculos tan esclarecedores, como lo son, las tomas de posesión de los cargos electos que, en principio, a este senior del periodismo le parece que van acompañadas en las últimas legislaturas de un mensaje muy peligroso a las nuevas generaciones: Esto de la Democracia es un cachondeo, y por lo tanto, la política no hay que tomársela en serio.
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