La pregunta parece sencilla, casi de manual: ¿cómo afrontar el clásico de nuestro futbol en un país normal? Fácil: reuniendo la Junta de Seguridad y acordando en ella las medidas apropiadas para un partido de riesgo y aplicándolas con total normalidad. Estamos en Barcelona, y esta es una gran ciudad europea, capaz, por tradición y experiencia, de acoger grandes eventos deportivos sin que nada importante suceda y todos disfrutemos pacíficamente del acontecimiento deportivo previsto. Luego viene lo del resultado, con el que a cada una de las aficiones, según le vaya en el partido, puede o no estar de acuerdo, sobre todo si el árbitro, como ya pasó con el legendario Guruceta, pita un penalti injusto --que ahora ya se encargaría de anular el VAR--, por lo que por esa parte asunto resuelto y a otra cosa.
Y sin embargo ¿por qué, esta vez, todos estamos con la mosca tras la oreja con la fecha y el juego? ¿Por la amenaza de los del Tsunami? ¿Por las pintadas de los CDR? ¿Por qué en la Moncloa y en Sant Jaume tenemos dos gobiernos de chichinabo? Contéstense Vds. mismos, según les duela el alma, pero sepan que, ahora mismo, estas preguntas, para desgracia de nuestra convivencia, ya las tenemos encima de la mesa y que de las respuestas y sobre todo de los hechos vamos a tener que preocuparnos en los próximos días.
De momento, el Real Madrid está dispuesto a jugar el partido mostrando su cara más inteligente y diplomática, sin autobús con anagramas y manteniendo un perfil de cordialidad máximo con la altura de campeón que posee, nos guste o no a los culés. ¿Y el Barça? Pues no se sabe muy bien, ya que no ha dado señales claras a sus seguidores, lo cual nos hace suponer que Bertomeu y sus directivos además de "acojonados" solo confían en la Moreneta y que al final los 18.000 kamikazes que quieren "tomar" el Camp Nou por dentro y por fuera el día del partido reciban una contraorden de los "descerebrados" que están tratando de liarla y todo se quede en 'flors i violes'. Todos saben, soto voce, que la broma puede costarles a los blaugranas el campeonato por la vía legal y un descrédito internacional de proporciones bíblicas.
Para entendernos, en la Europa futbolera y civilizada no está bien visto entregarle a un jugador un balón de oro --el sexto en concreto--, para que a continuación, en injusta correspondencia, el club de ese señor provoque un despropósito de resonancia mundial en su propio estadio, por mucho 'procés' que se diga.
Así pues, como todavía todo está en la fase de rumores y amenazas, y aquí no esperamos, sinceramente, que el asunto se resuelva siguiendo la misma hoja de ruta que el Boca Junior-River que, como todos recordamos, se acabó jugando en el Santiago Bernabéu sin ningún incidente reseñable, para vergüenza de todo el fútbol argentino, pues... a seguir reflexionando y sobre todo a consumir mucha agua del Llobregat, echándosela al fuego, para que todos nos podamos alegrar ese día con otro Barça-Madrid de los mejores de los últimos años.
Lo demás... sobra, ¿o no, señor Junqueras, usted que tiene tanta autoridad moral en Catalunya y el doble de autoridad moral que el Señor Torra&Cía?
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