Que EEUU está en los medios de comunicación cada día es algo habitual, más aun desde la llegada de Trump a la Casa Blanca y sus más que polémicas decisiones, que no dejan a nadie indiferente. Ya su cara es desagradable, prepotente y sus políticas más que discutibles.
Este miércoles el Senado estadounidense, -como era de esperar y por su mayoría en la Cámara- rechazaba la propuesta de destituir al presidente, al que se le acusaba de abuso de poder y obstrucción al Congreso por sus tretas con Ucrania, que le beneficiaron en los resultados electorales. La batalla hasta llegar a este punto final ha sido dura, con enfrentamientos directos entre la presidenta de la Cámara Baja de EEUU, la demócrata Nancy Pelosi, y el propio presidente. Pelosi le ha plantado cara durante todo este proceso y no se ha dejado amilanar por Trump, quien no ha dudado en insultarla: el más utilizado ha sido la de “la loca Nancy".
Es evidente que EEUU está soportando una crisis política de gran magnitud debido a las más que evidentes discrepancias entre republicanos y demócratas, que han quedado en evidencia en el transcurso del tercer discurso sobre el Estado de la Unión del presidente Trump, donde ha presumido de éxitos en todos los ámbitos, como no podía ser de otra manera, ¡bueno es el rubio de bote! que se califica de triunfador.
El broche final del acto “institucional” fue protagonizado, en primer lugar, por el propio Trump, quien subió a la tribuna de la Cámara, le entregó su discurso a Pelosi, esta se levantó para recogerlo y estrecharle la mano en un gesto de buena educación y cortesía institucional, pero Trump retiró la mano, dejando en evidencia a su interlocutora. La mala educación forma parte del ADN del nuevo rico metido a político desastroso.
La presidenta de la Cámara Baja de EEUU, visiblemente molesta, no dudo en destrozar una copia del discurso, que calificó con estas palabras: “Era lo más cortés que podía hacer después de ese discurso tan sucio”.
He disfrutado viendo que Pelosi no le tiene miedo a Trump, sino que es capaz de escenificar que un “machito” metido a presidente no puede hacer lo que le venga en gana utilizando un despotismo impropio de la época y abusando de su cargo.
También se debe resaltar la actitud del senador Mitt Romney, de Utah, que rompió la disciplina de su partido, es decir la del Trump, al que consideró “culpable de abuso de poder”, un actitud ética y acorde con sus principios. Trump está encantado con su compañero de filas y ya lo ha colocado en la lista negra.
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