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​Se han terminado los saqueos en Barcelona: ¿casualidad?

Carmen P. Flores
Directora de Pressdigital

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Las acciones de los violentos en siete días de manifestaciones por la entrada en prisión del rapero Pablo Hásel parece que se están esfumando en Barcelona. Solo en Vilanova se ha originado algún desorden. En la capital catalana no han vuelto a producirse actos vandálicos, ni protestas. ¿Es casualidad que esto se haya frenado? Las casualidades suelen ser las cosas que se planifican por determinadas personas, no por obra y gracia de la providencia. 


Queman un contenedor en el paseo de Gràcia de Barcelona durante la manifestación en apoyo a Pablo Hasel

Protestas en Barcelona (EP)


Han sido tantas las barbaridades realizadas por los incontrolados: destrozos de mobiliario urbano, contenedores quemados, bancos, cristaleras rotas de establecimientos y saqueo de las mismas que han puesto a buena parte de la ciudadanía en contra de sus autores. Si en un principio, algunas autoridades y determinados sectores independentistas -incluido el presidente  de la Cámara de comercio y diputado Canadell-  miraban para otro lado, ahora se han visto obligadas a condenar estos actos. Aunque algunos políticos con responsabilidad de gobierno hayan tardado 6 días en pronunciarse. Otros defendían las manifestaciones que calificaban de “pacíficas” y la Cámara de Comercio de Barcelona tenía cerrada la boca pese a los destrozos sufridos para los comerciantes. Todo un ejemplo, anteponer la política a los intereses  de sus asociados. Ante las críticas evidentes, no le ha quedado, amparándose en el Consell de Cámaras, que hacer un comunicado de rechazo. Pero también han llegado tarde, han perdido el tren voluntariamente y se han visto forzados a dar la cara, pero no por voluntad propia, sino presionados por buena parte de sus socios, incluidos aquellos que votaron a la nueva junta.


El centro de Barcelona y otras ciudades catalanas parecían las calles de los “mejores“ tiempos de la kaleborroca en Euskadi que durante tanto tiempo hemos visto por las televisiones, con el hartazgo, desesperación e indignación de todos. Eso parecía impensable que pudiera suceder en una Catalunya civilizada y con seny. Pero ha ocurrido no sin la desesperación de la gente, y con la impunidad de los violentos. Los Mossos de Esquadra se han visto desbordados y con la sensación de la desprotección de sus políticos, que en medio de las negociaciones para formar gobiernos han preferido no enfadar a los antisistema de la CUP por si se enfadan y vuelven a poner vetos para aupar al nuevo gobierno catalán. 


Lo que sucede cuando a la gente les tocan la moral, unos en forma de euros y a otros en deterioro de imagen, no hay independentismo prioritario y se termina el apoyo, así de claro. Sin olvidar al resto de ciudadanos que están también hasta la peineta de tantos desordenes y tropelías.


Esta misma semana hemos vivido como las elecciones en la patronal Pimec, con una campaña de la ANC y otros sectores afines querían controlar también esta entidad, como habían hecho con la Cámara de Comercio de Barcelona la jugada les ha salido mal, el candidato independentista ha sido barrido en las urnas por más del 80% de los votos. ¿Es casual el resultado? No. Demuestra como están los ánimos en el mundo empresarial. Necesitan tranquilidad y dedicarse a sus labores, que no es la política. Este es el primer aviso para la ANC, y los políticos que van a formar gobierno, si es que se aclaran entre ellos.


Otro de los escenarios inmediatos para visualizar lo que está sucediendo son las elecciones del Barça, donde también existe la lucha de los partidos independentistas, que quieren hacerse con el control del mismo. Para ello tienen dos candidatos de tres que se presentan: Victor Font y Joan Laporta, los dos independentistas, y Toni Freixa, que no lo es. Veremos qué sucede.


Que las manifestaciones con traca final de saqueo por unos indeseables hayan parado de golpe, tampoco es casualidad. Alguien  ha llamado al orden por las consecuencias que estos actos están teniendo sobre su credibilidad y por estar fuera de control.


Decía el actor Johnny Depp que de irresponsabilidad sabe mucho que “llega un momento en que hay que asumir la responsabilidad por los errores cometidos”.


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