Las personas que se dedican a la profesión de políticos -es en lo que se ha convertido esta, en una profesión más que en una vocación remunerada – se cambian de partido político. Algunos lo llaman “evolución ideológica” y otros, cambio de chaqueta por el vil metal. Esta evolución la justifican afirmando que el partido al que pertenecía no ha resultado ser lo que pensaban. Se olvidan de explicar que se cambian porque los han desplazado o sencillamente no se sienten bien tratados. ¿Quiere decir que los partidos carecen de ideología?. Hace ya algún tiempo que han dejado de tenerla. Casi todo vale y en demasiadas ocasiones los representantes elegidos han dejado de hacer los que sus electores quieren, viéndose reflejado en los votos recibidos en los distintos comicios, porque las propuestas presentadas creían que eran las mejores, craso error.
Pero los cambios “ideológicos” no son solo patrimonio de la clase política, sino también de aquellos que les rodean, a los que muchos de ellos, demasiados, les mueve el interés más universal de todos: el dinero... ¿Es lícito?. No, es humano, pero carente de ética.
El pasado mes de julio, con los ajustes del equipo de gobierno del presidente Pedro Sánchez, y ante la sorpresa de todos, su todopoderoso y “fiel escudero”, Ivan Redondo, salía de Moncloa, según él por decisión propia, aunque las malas lenguas hablan de un cese fulminante por su desmesurada ambición y las quejas de unos cuantos de la calle Ferraz y del consejo de ministros. Se “marchó” diciendo: “Decidí parar, paré” pero añadió más, “hay que saber ganar, saber perder y saber parar”.
Redondo se había convertido en una de las personas más poderosas de España gracias a su asesoramiento al mismísimo presidente del gobierno Pedro Sánchez y al control, mediante la coordinación, de todos los ministerios, además de la comisión del Ejecutivo. Pero ya se sabe, cuando a uno la ambición le sube demasiado y se cree el gran dios del universo, alguien, de golpe, lo baja a la tierra sin ninguna consideración, ni siquiera por su trabajo en la figura del líder que le ayudó a llegar a Moncloa.
Aunque, en un principio podría parecer que su actitud iba a ser elegante ante “su marcha”, poco duró la imagen transmitida. La excusa, la presentación de un libro escrito por el controvertido periodista, Toni Bolaño, que le ha servido para ir presentando por las principales plazas, el libro. De paso aprovechar la ocasión para dar unos cuantos puyazos, advertencias y “predicciones” a su exjefe y “compañeros “. La primera aparición mediática la tuvo con Jordi Évole, en una entrevista donde, rompiendo su anterior imagen estética, aparecía con una vestimenta parecida a la que en más de una ocasión ha llevado Julio Iglesias: jersey blanco, blazer azul y pelo ligeramente más largo de lo habitual. Quería dar una imagen de cambio y modernidad. Seguro que alguien le aseguró que ese estilo no le iba demasiado bien. Así que, en sus siguientes apariciones, volvía a su vestimenta habitual, con corbata incluida y cabello recién cortado.
Revisando su trayectoria profesional, - de momento, ha desembarcado profesionalmente en el periódico del conde de Godó- se le podría catalogar de “mercenario” ideológico. Redondo empezó su andadura de” mercenario” allá por el año 2009 para asesorar a Antonio Basagoitia. Después fue contratado por Pio Garcia Escudero y realizó más de un trabajo para Mariano Rajoy, Garcia Albiol y Monago. Su etapa en Extremadura se recuerda como el azote de los socialistas de Vara y por constituir un gobierno pretoriano dentro del gobierno del presidente extremeño. En las segundas elecciones, Monago perdió los comicios, porque según sus allegados fabricó un personaje que nada tenía que ver con Monago. Con esa actitud consiguió bastantes enemigos dentro y fuera. En ese momento empezó su alejamiento de los populares con los que estuvo trabajando durante diez años.
Fue allá por el año 2017 cuando Redondo empieza a colaborar con Pedro Sánchez en la preparación de las primarias que ganó. A partir de ahí vino su ascenso y descenso con el líder socialista del que dice que son amigos personales. “La política no es asunto propio ni de filósofos ni moralistas; la política es el arte de sacar de una situación determinada el mejor partido posible”, decía el político y escritor francés Maurice Barrés.
En la actualidad, después del circo mediático por el libro de Bolaño, y de sus piropos a Yolanda Díaz y a su amigo Pablo Iglesias - tiene muchos amigos políticos- se ha pasado a Unidas Podemos o la plataforma que quiere constituir la todavía vicepresidenta Díaz. Para ello está trabajando. No le debe lealtad a sus anteriores jefes y amigos. Como buen mercenario, no posee el menor reparo por haber trabajado con PP, PSOE, y ahora con los comunistas. A eso se le llama habilidad sin ética, con una misión de mercenario que ha convertido su trabajo en un gran circo mediático, que alimenta cada día de la mano de Iglesias y la colaboración en este acto de Bolaño.
Tres personajes de moda: Redondo, Iglesias y Bolaño, que constituyen tres patas para un banco llamado dinero y poder. Como decía Groucho Marx: “Estos son mis principios, y si no le gustan, tengo otros".
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