Si Podemos tuviera que pagar la campaña de publicidad que está haciendo a costa del PSOE y su moción de censura no tendría dinero para hacerla. Crematísticamente le está saliendo gratis. ¿Coste político? Tendrá. Seguro. Aunque hay gente que se lo traga todo.
Cuando Pablo Iglesias en sus mítines afirma "esta moción contra Rajoy la vamos a ganar", se está refiriendo a la campaña mediática ya que los números en el Congreso no los tienen, pero qué más da. De lo que se trata es de hacer ruido, hay que generar movida para que vean que son los "más mejores" de la política: los más limpios, transparentes, honestos, trabajadores, los que hacen los congresos sin trampas y a sus parejas y amigos los dejan en el paro. Lo que hace Pablo Iglesias es despistar al personal y disparar perdigones al cielo para matar a algún pájaro despistado. Lo malo del asunto es que esos perdigones pueden caerle encima, por mucha flor que tenga en el trasero.
A nadie se le escapa que Mariano Rajoy está gobernando España gracias a Podemos, que lo encumbró a la Moncloa después de rechazar al candidato de consenso con Ciudadanos, el socialista Pedro Sánchez. ¿Por qué se queja ahora, si él, cada vez que habla, le da más votos al PP?
Ahora, por el artículo 25, sin encomendarse a nadie, anuncia la moción de censura, sin consenso, ni candidato dispuesto. Pablo, ¡esto no es como jugar a los médicos en el patio de cualquier colegio, como hacen los niños! Que las cosas no van así. Si dignificar la política consiste en acciones como esta, que Stalin os coja confesados a todos juntos para desilusión de todos los que han votado a Podemos.
Pablo quiere representar lo que en realidad no es: ni es transparente, ni aplica la democracia interna y coloca a sus amigos y parejas en los puestos de primera línea. Dar lecciones de lo que no es queda muy bien en la TV, pero lo que define a un político no son sus palabras, que se las lleva el viento y nadie se acordaría a no ser por las hemerotecas, sino sus hechos. Pablo Iglesias dice una cosa y hace otra.
Ganar una moción mediática nada tienen que ver con hacerlo en el Congreso, que requiere diálogo, pactos, consensos, cesiones y, sobre todo modestia. Lo otro, por desgracia, solo genera más frustración en la ciudadanía.
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