La vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, la más lista del gobierno de Mariano Rajoy, un día que no tenía nada que hacer, se puso a meditar que ella, tan pequeña, empollona de cuidado, una de las mejores de sus clase, el problema de Catalunya lo podía solucionar ella solita, en un plis plas. Así que, sin pensárselo dos veces, se fue a explicárselo a su jefe, Don Marino, tranquilo él, pensó que no tenía nada que perder, pero si ganaba tiempo y además enviaba a una interlocutora muy decidida.
Así que anunció a bombo y platillo que pasaría mucho tiempo en Catalunya, incluso se hizo con despacho propio en la delegación del Gobierno. Ella que había recibido a Oriol Junqueras, en su despacho de Madrid, parecía que habían congeniado bien, incluso en las fotos de rigor, ambos dos vices, mostraban una cierta complicidad, se entendían y Rajoy estaba contento. Pero las cosas no son como parecen. Y Junqueras tenía un discurso en privado y otro cuando llegaba a Catalunya. No podía defraudar a la CUP, que pedía cada vez más caña contra los opresores españoles.
La luna de miel entre la Pitufina y Gargamel duro lo mismo que un caramelo a la puerta de un colegio. Las discrepancias fueron cada vez más evidentes, por mucho que los dos trataran de disimularlas.
Al final, Soraya la lista, viendo que el de Sant Vicens no entraba en vereda, sin explicación alguna, dejó de venir tan a menudo a Catalunya, estaba picando en roca y no estaba dispuesta a estropearse las manos y su “prestigio”.
El final de la historia es que Soraya Sáenz de Santamaría ha fracasado en su intento de darle la vuelta a la consulta, no ha podido llevar a la rendición a Junqueras que desde hace ya bastante tiempo ha sacado pecho, se le ha subido el cargo, el poder y los privilegios a la cabeza y donde dijo digo, después matizó que era Diego.
A la Vice, le han salido los enanos en su partido y en el propio gobierno, por eso, le están buscando una salida digna, la de ser la candidata del PP a la alcaldía de Madrid. Sus compañeros de partido le han vendido que tienen todos los número para ganar y que mejor regalo que ser la alcaldesa de la Villa y Corte de las Españas, que diría Pedro Sánchez.
El llamado procés catalán, no hace más que dejarse cadáveres políticos en el camino. ¿Cuántos más?, pues como no termine pronto, hasta la Colau tiene graves problemas para mantener también su sillón.
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