Un día más, Catalunya se despierta bañada en eslóganes de los partidos que concurren a los comicios para elegir parlamentarios que se sienten en la Cámara catalana. En la del miércoles 13 supimos de un muerto por llevar unos tirantes con la bandera española, porque pensó que sus convicciones falangistas así se lo reclamaban. El presunto asesino era un viejo conocido de la opinión pública por haber dejado parapléjico a un urbano de Barcelona, hazaña que le salió medio gratis, pues solo pasó cinco años en la cárcel y luego se paseó por platós y universidades, vendiéndonos el bulo de que era un inocente ciudadano al que los guardias habían obligado a confesarse culpable. Vamos, un mártir. Espero que, esta vez, nadie le crea y se le juzgue y condene con todas las garantías y el rigor de este estado democrático que es España, mal que le pese a unos cuantos.
En las últimas horas, las dos formaciones políticas que apoyaron a este personaje antisistema en su primer delito andan un poco descolocadas, balbuciendo frases ininteligibles sobre la libertad de expresión y la condena del suceso. Lo cierto es que el Procés se cobra su primera víctima violenta y ésta no ha caído, como todos esperábamos, del lado de los que se llaman a sí mismos "buenos catalanes", sino de los también considerados violentos. Una ironía macabra, que no nos permite dejar de lamentar que la pérdida de una vida humana es incomprensible, sea cual sea su credo político, y que nuestro horizonte como sociedad es recobrar la concordia y no conceder ningún margen de maniobra a los que utilizan la violencia tanto física como verbal.
Vamos mal si el único horizonte que vislumbran nuestros candidatos es la secesión o el centralismo uniformista. Ambas posiciones son irreconciliables en democracia y conducen al enfrentamiento social. De momento, los independentistas se llevan la mejor parte porque se consideran por encima de ley, incluso ungidos por el Todopoderoso como el pueblo escogido, mientras sus conciudadanos, que siempre le hemos tenido respeto y cariño, comienzan a sentir indignación por tanta cerrazón envuelta de fingido pacifismo. Como no nos arreglemos, lo del asesinato por usar unos tirantes como los de Fraga no va a quedar en una crónica negra de un suceso incomprensible que se juzga y luego se olvida, y eso no podemos permitírnoslo.
Prosigue la campaña electoral: Señores candidatos, hablen ya de Sanidad, residencias para mayores o comedores infantiles y menos de Procés, Constitución y de todo lo que nos enfrenta. Gracias.
Escribe tu comentario