La momentánea pérdida de mayoría en el Parlament de Catalunya, ha puesto encima de la mesa de la política nuevas posibilidades de pactos partidarios. Ayer fue posible el insospechado entre Esquerra y PSC que ya se practicó con fruición en tiempos del Tripartito, cuando Iniciativa e Izquierda Unida todavía eran alguien en el plasma del Poder y los podemitas de Pablo Iglesias no les habían comido la oreja a los herederos del Guti i Lopez Raimundo.
¿Vivimos tiempos electorales en el Paraíso del Procés? ¿Habrá moción de censura como quiere el entusiasta Casado?
Sinceramente, no nos lo parece, salvo que a Puigdemont se le vaya definitivamente la olla y monte con la ANC un gravísimo conflicto de convivencia y no le dejen a Junqueras otra que tirar por el camino del medio y le exija al huido judicial, como ya ha hecho alguno de los suyos, que si quiere votar, regrese a casa ya y ocupe su escaño y de allí, se vaya a donde el ya sabe.
Vistas las cosas desde esta vertiente y tras la visita a la cárcel del Presidente de la CEOE Rosell -donde despachó con el líder de Esquerra- en Madrid, los de siempre, ya la han armado, señalando la visita como inadmisible, ya que ha provocado, según los de la capital, el cabreo de los empresarios, que no entienden a qué ha ido a hacer a presidio su máximo representante.
Hombre, uno no entiende mucho de las cosas ajenas pero, sin creerse la versión del interesado -de que la visita obedecía a asuntos personales- es fácil de suponer que las cientos de empresas que se han ido de Catalunya por el procés, a lo mejor quieren saber por parte de uno de los suyos qué es lo que se está moviendo "ahora mismo" en la política catalana, que ha provocado una quiebra tan importante en el mundo independentista. Un buen diagnóstico sobre el asunto. Y eso es tan inteligente como razonable, porque una posible vía de diálogo en el "monotema nacional" nos obliga a todos a aprovechar la ocasión y mirar hacia adelante.
¿Qué falta para que esto funcione? Pues que alguien en el lado que provocó la ruptura diga la verdad sobre la hoja de ruta que iniciaron la familia Pujol con sus finanzas en negro y el hijo que debía ser President y que se quedó en comisionista de las ITV, que calentó irresponsablemente un Artur Mas, que se vino arriba equivocándose con el Referéndum y el nombramiento de Puigdemont, que nos llevaría a Ítaca, y así sucesivamente, hasta el pantano en el que nos estamos ahogando todos.
Pero no solo deben ser los independentistas los que hagan testimonio de verdad. También deben hacerlo aquellos que piensan que España empieza y acaba en Madrid, porque a Teruel, Galicia o Extremadura no importa que llegue un tren de calidad o en el Mediterráneo no hay suficiente negocio como para llevar mercancías y personas hasta el corazón de Europa. A esos yo les pediría que aprendan a amar la España diversa y multinacional que es tan patriótica como la suya, la de los intereses de los que más tienen. Nos irá mejor si todos hacemos un gesto de contrición política. ¿Por qué no nos contamos la verdad los unos a los otros?
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