Si este país no fuera como es… Mejor dicho, si España no tuviera los políticos que ahora tiene, hoy mismo, 29 de abril, día siguiente a las Elecciones Generales, ya sabríamos cómo se iba a configurar el nuevo gobierno y hasta estaríamos especulando con los nombres de algunos de sus ministros.
Les aclaro. Los españoles no hemos votado a la venezolana -como mal preveían muchos politólogos y periodistas de pedal fijo- sino más bien como suelen hacerlo los daneses o los alemanes. Lógicamente, ante semejante panorama, lo esperable de los que han sido votados, es mirar a su alrededor y actuar como en esa Europa del frío y la bonanza económica, montando alguna coalición o pacto que estabilice el país y minimice, por ejemplo, las tensiones independentistas, enviando a los países de su entorno un mensaje de estabilidad y optimismo.
Ahora mismo, mal que le pese a los forofos que ayer se concentraron en la madrileña Calle Ferraz para jalear a Pedro Sánchez y equivocarle en sus decisiones futuras, lo razonable -que no quiere decir que sea desgraciadamente lo posible- es que aquí y ahora, se formara un Gobierno a la alemana con socialdemócratas y derecha civilizada, tragándose ambas formaciones partidarias sus respectivos sapos, para formar un gabinete con fortaleza parlamentaria suficiente para los cuatro próximos años que enderezara la inestabilidad política, muy dañada por el proceso catalán , y relanzara la economía hacia la bajada del paro endémico y la creación de empleo de calidad, especialmente entre los más jóvenes y las mujeres trabajadoras.
Todos tenemos en la mente quiénes son los principales actores de esta comedia que les reseñamos que, sin embargo, no están por la labor de interpretarla.
Y si eso es así, que lo es, al actor principal solo le queda mover el palo con la zanahoria para intentar que alguien se la coma y tengamos, a partir de ese hecho, una situación más endeble que la deseada y con ella una nube de conflictos que nos irán cayendo como el pedrisco, de forma intermitente e inesperada.
Como se ve, nada parecido con la altura política de quienes han votado, que han demostrado ser más pragmáticos e inteligentes que sus votados electos.
Por lo demás, todos sabemos, menos el interesado, que a Pablo Casado se le ha derrumbado el chiringuito, y cuando se pierden 3,7 millones de votos y 69 escaños lo que procede en la Europa parlamentaria es dimitir irrevocablemente y volver a la Universidad a reemprender el estudio de un nuevo máster sobre alta política y moderación ideológica, y que, para cursarlo, se exija la presencia física del alumno antes de obtener el título correspondiente.
No es esa la intención del líder de la oposición, como no lo es tampoco la de retirarse definitivamente el Señor Aznar que, como asesor y protector de VOX, ha tenido un papel muy desdichado y ruinoso para los intereses del partido que fundara Manuel Fraga.
El que sí ha acertado es José Félix Tezanos Tortajada el polémico director del CIS, quien a sus 72 años ha conseguido poder enviarle un zasca en la SER en las últimas horas a sus muy numerosos detractores que lo pusieron a caer de un burro por el informe del 9 de abril, que tanto se ha aproximado a los resultados electorales de este 28 de abril. ‘Tezanos dixit’ a los descreídos sobre su CIS: “Algunos harían mejor en intentar estudiar y sacar conclusiones en lugar de descalificarlas a priori”.
Vamos, que el veterano político socialista ha quedado como el príncipe de la mareas tras unos meses en los que, especialmente los del PP, le han llegado a decir de casi todo. Junto a Pedro Sánchez es, por méritos propios, unos de los grandes vencedores de la jornada electoral en la que, por parte catalana, tampoco debemos olvidarnos de Oriol Junqueras que, con sus 15 diputados, ha dejado al huido Puigdemont a la altura de la última torre de la Sagrada Familia, la que se está construyendo ahora mismo y desde la que en el 2022 el inquilino de Waterloo podrá contemplar, si regresa del exilio, la plaza de Sant Jaume con una Generalitat plena de dirigentes de Esquerra y socios políticos del PSC ensimismados en cómo hacer viables sus propuestas de gobierno.
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