Es evidente que estamos en una guerra cuyo enemigo único es el coronavirus. Contra este es sobre quien deben dirigirse todos los esfuerzos para terminar, con él, antes que siga acabando con las vidas de miles de personas, como está sucediendo ahora. Todos los esfuerzos, ayudas y colaboraciones son pocas. Nadie sobra si su trabajo está encaminado a eliminar al bicho.
Lo que sucede es que, en esta guerra, que lo es, aunque no lo reconozcan algunos políticos, la unidad es la única cosa que no se da en estas circunstancias, por desgracia. La pandemia de coronavirus no conoce ideología, banderas, razas, ni estatus social; se lleva por delante a todos los que pueda, sin importarle nada. El bicho no tiene ideología, la salud de las personas tampoco. Es algo que los gobernantes, políticos y sociedad deberían tener en cuenta y dejarse de majaderías.
Lo que exigen las personas ahora es unidad de acción de todos los partidos políticos, sin excepción. Lo que no se traduce en un cheque en blanco.
Las críticas constructivas son necesarias, lo mismo que el control a los gobiernos por parte de la oposición. Ahora bien, sacar redito político de esta situación de pandemia, no es ético. Las acciones de cada uno de los políticos serán evaluadas por la ciudadanía cuando todo haya terminado y su decisión se verá en las urnas cuando toque hacerlo. "Las acciones expresan prioridades", es una reflexión que hizo en su día Gandhi, que refleja muy bien lo que quiere decir y que los políticos deberían tener en cuenta.
Algunos gobernantes, políticos y fanáticos critican la presencia del ejército en acciones de desinfección, montaje de hospitales de campaña para facilitar el trabajo de los servicios sanitarios y poder acoger a personas infectadas en los mismos. Están haciendo un trabajo loable, solidario y necesario. Así lo han reconocido los ayuntamientos, gobiernos autonómicos y hasta la gran mayoría de la ciudadanía. Lo importante es utilizar todos los medios que contribuyan a evitar las muertes de miles de personas. De eso se trata, no de colgarse medallas de logros en esta guerra sin cuartel.
A los afectados o a sus familias, que están en situaciones críticas, que se debaten entre la vida y la muerte, no les importa quienes les atienden, ni quienes han montado los hospitales de campaña, ni la vestimenta que llevaban, ni lo que votan en los distintos comicios. Solo quieren conservar la vida, es lo único que quieren, que no es poco. El resto, sencillamente, es de una irresponsabilidad tremenda, y de una ceguera política inmensa. Ni las banderas, ni la patria, van a servir como antídoto contra el coronavirus: solo los profesionales con medios, y la ayuda de todos y cada uno, desde la posición que ocupe serán los que ayuden a terminar con esta pandemia.
No me gustan los partidos que están mirándose el ombligo. Lo hacen con esa mirada ideológica innecesaria e insolidaria , que solo pretenden sacar redito de una gran desgracia. No es hora de sacar beneficios cuando lo que está en juego son las vidas de miles y miles de personas. Ahora lo que toca es tener altura de miras, porque lo más importante es la supervivencia de los ciudadanos/as, y no otras cosas. La unión de todos es importante para ganar la batalla final, o lo que es lo mismo la guerra. Apliquemos aquello que en su día dijo el escritor griego, Esopo “La unión nos hace tan fuertes como débiles la desunión.”
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