El debate sobre la migración se está realizando en un mundo desinformado en donde no existen las soluciones simples, ni las formulas mágicas, y se potencia el ocultar la verdad de los hechos, se distorsionan los datos para que no se vea la verdadera cara del problema: que tenemos sin resolver las desigualdades globales que son las autenticas causantes de los grandes flujos migratorios.
No es casual, que, en los países de occidente, las receptoras de migrantes, la percepción del número y el carácter de estos es errónea, por lo cual hay que pensar qué grupos están induciendo a que esto suceda.
Un reciente estudio de Alesina, Miano y Stantcheva (31/7/2018) publicado por American EconomicReview, pone de manifiesto que el debate migratorio se basa en percepciones erróneas sobre dos conceptos importantes: el número y el carácter de los inmigrantes. Y que esas dos condiciones predisponen a los ciudadanos, según la encuesta que han realizado en Estados Unidos y seis países de la UE (Francia, Italia, Reino Unido, Alemania y Suecia), los llevan a consecuencias no deseadas para desarrollar políticas de redistribución.
Así a las preguntas que estos autores realizaron en la encuesta llevada a efecto, preguntando ¿Cuántos migrantes había en su país? En EEUU se creían que había un 30% de la población, cuando en realidad es del 10%, y lo mismo ocurrió en Francia, Italia, Reino Unido, y Alemania, salvo en Suecia, que la percepción fue del 27% cuando es del 17%.
Preguntado sobre cuantos eran musulmanes, la percepción era del 23% cuando es el 10%, Y preguntado cuantos eran cristianos, en EEUU pensaban que eran el 40% cuando son el 61% y en el Reino Unido que eran el 30%, cuando son el 58%. Y en el resto disparidades similares. En todos los países se les ve como más pobres, menos educados y con menos posibilidades de desarrollar trabajos, y que son pobres por falta de esfuerzo. Cuantos menos estudios tiene el encuestado, la brecha de percepción se agranda. En el estudio se agrupan las respuestas para analizar el apoyo a la migración y la conclusión fue que a más apoyo a la migración más respuesta positiva a las políticas de redistribución en general.
Como dice Amparo González de Economistas Frente a la Crisis, en su artículo 'Andamos en círculo', hablamos de crisis migratoria, como si estuviese demostrado que existe como tal, seguimos dando vueltas sin encontrar la salida a la solidaridad europea. Es una realidad kafkiana, dice la autora, se habla de un problema, que no es tal, las llegadas por vías marítimas desde octubre de 2015 se han reducido en un 95% según datos del Consejo de Europa.
No hay que sorprenderse de estas políticas que con la desinformación controlan mejor a una sociedad sometida a los miedos del futuro, para que ese futuro sea menos solidario, menos sensible y una fortaleza donde las mentes de una ciudadanía cautiva sean cada vez menos sensibles y se consolide una ideología xenófoba. O levantamos pronto la voz o lo lamentaremos en el futuro.
Las ONGs tienen un papel importantísimo, no solo en la atención directa, sino en derribar los muros de los que prisioneros de esas ideologías piensan que un migrante sea una persona que viene a robarle su sanidad, su educación, su forma de vida y su convivencia, cuando el reto de la humanidad es asegurar que las comunidades multiculturales vivan juntas en paz.
Esa es la cultura que deseamos crear para superar los dilemas sociales no resueltas. Responder a este deterioro con nuevas propuestas que surjan de los colectivos sociales con una información contrastada y que ejercite su derecho a saber para ser actores sociales de ese nuevo orden de posibilidades donde salgamos del colapso de la desconfianza para entrar en el universo de la convivencia.
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