El Acuerdo entre la Unión Europea y Canadá (CETA en sus siglas en inglés) que se debe aprobar en el Congreso español y que el PSOE había votado a favor en el Parlamento Europeo, ha generado gracias a un tuit de la Presidenta del PSOE, Cristina Narbona, un profundo malestar entre diputados y europarlamentarios socialistas que, ayer mismo, ponían su acento en criticar que no es serio fijar posiciones políticas a través de Twitter.
El tuit en cuestión lo había escrito la noche anterior la propia Narbona quien, esa misma noche, la ahora presidenta del PSOE, fijaba otra posición diferente, como decíamos, a través de Twitter, de la de sus compañeros de partido: "No lo vamos a apoyar. #PorUnaNuevaSocialdemocracia".
Con semejante andanada, la dirigente socioecologista, rompía, primero, la exquisita imparcialidad que desde Ramon Rubial han mantenido los presidentes del PSOE y, a continuación, dejaba en situación poco honorable a sus parlamentarios y a su propio partido ante sus compañeros de toda Europa, que se habían adherido al CETA votándolo en el Parlamento Europeo.
Poco después, el secretario general Pedro Sánchez actuaba de loro de su presidenta repitiendo la absurda posición, para luego, tras entrevistarse con el Comisario Europeo de Asuntos Económicos y relevante figura socialista en laComisión Europea,Pierre Moscovici, cambiar de criterio, aconsejado por éste, que le vino a recomendar que no siguiera los pasos de sus colegas franceses y no se descabalgara de la "ortodoxia comunitaria" para evitar caer luego electoralmente en la irrelevancia parlamentaria.
Con semejante "dósis de realismo político" a Sánchez no le quedó otra que "balbucear" que el PSOE se abstendría en la Carrera de San Jerónimo, mientras la nada "honorífica" Presidenta Narbona se perdía por la puerta de atrás de la calle Ferraz en busca de la "honorífica" discreción perdida.
Mal comienzo para la ex compañera de Pepe Borrell que, como quiera marcar los pasos del nuevo Secretario General y no imitar a sus predecesores, acabará convirtiéndose en un muy molesto contrapoder, no solo para su Grupo Parlamentario sino también para el propio secretario general o para las miembras y miembros de su Ejecutiva que, en la campaña de primarias, han destacado, sobre todo, por tener una personalidad política muy acusada y no morderse la lengua en ninguna de las situaciones.
Que el Acuerdo de Canadá es muy discutible no lo duda mucha gente de muy diversas ideologías en toda Europa, por eso estuvo a punto de no firmarse en Bruselas. Pero de eso a pretender dejar por tontos o carcas a los europarlamentarios socialistas y al resto de las diputados españoles que lo votaron por convicción o por disciplina comunitaria es, como dirían en mi pueblo gallego, asumir el rol de "señoriña do caldo a merenda", queen castellano viene a ser el de señoritanga venida a menos.
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